sola en mi habitación,
quiero dormir y no puedo,
me palpita el corazón.
Está mi cama tan fría...
ya no tengo su calor,
sólo tengo la almohada
donde dormíamos los dos.
Siempre la pongo a mi lado
y presiento su calor.
A veces hablo con ella,
no tengo contestación.
Pero allá en el firmamento
parece que oigo una voz
que me dice con su acento;
duerme tú, que velo yo.
Ana Barranquero
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