¡Oh tristeza! que me invades
que penetras por mis fibras
que me atontas y me hieres
cual daga en mis heridas.
No hay despertar en mi sueño
que tú no seas recibida,
y como si fueras dueño
te paseas por mi vida.
Me arrastras en mis insomnios
me confundes y me privas
del amanecer hermoso
que esperaba con el día.
¡Oh tristeza, que me invades!
¡cámbiate por alegría!
esa que calma la mente
y al cuerpo da la energía.
La que hace construir templos
donde hay tierra vacía,
soñadora y con recursos,
amante, tierna y amiga.
Anny
domingo, 8 de febrero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Repasando hoy el blog
ResponderEliminarhe visto con alegría
como te salió de bien
esta preciosa poesía.
Aunque quiero yo pensar,
que solo es inspiración,
me sentíría yo muy mal
si anida en tu corazón,
esa tristeza descrita.