BIENVENIDOS A NUESTRO RINCON...
Somos una familia amante de la poesía. Esta afición nos viene de nuestro padre. A él siempre le gustó la poesía.
Fue un hombre sencillo, de campo, sin apenas estudios, pero que siempre le agradó leer a los clásicos poetas e hizo él mismo algunas poesías que a nosotros nos parecían muy bonitas cuando nos las leía. En ellas expresaba sus vivencias.
Después de su muerte, nos ocurrió algo extraordinario, nosotros, que jamás habíamos sido capaces de rimar dos palabras seguidas, empezamos a hacer nuestros pequeños poemas.
Al principio dirigidos a él, más tarde expresando nuestros pensamientos y vivencias.
Por eso, el otro día, en una reunión familiar, comentamos que sería bonito el hacer un blog para escribir nuestras poesías, y aquí estamos, intentado hacer lo que nos gusta y esperando disfrutar con ello.

lunes, 26 de agosto de 2013

LOS PARAÍSOS PERDIDOS

Los paraísos, perdidos se quedaron
con la triste y cruda realidad,
la miel rosó a los labios anhelados
para llenar de amargura el paladar.

Los castillos se exhumaron en el aire
cuando algunos dejaron de soñar,
el viento los movió con tal desaire
que ya no los pudieron edificar.

La España , de belleza inigualada,
perdió su brillo, su mágica deidad,
hoy es tercermundista y rota llora,
por sus hijos vencidos y sin pan.

¿Donde está la hermosura que pregonas,
si hoy tus hijos se tienen que marchar
dejando atrás su tierra, que la adoran,
para encontrar en otra bienestar?

De impotencia, el mar rompe sus olas,
el cielo truena dejándose escuchar,
hasta los pajarillos trinan a deshora,
y el aire pierde su fuerza y libertad.

Loli




domingo, 18 de agosto de 2013

Mukak y Los Guerreros Lausen

Capítulo 2

El Partido ya ha comenzado

Llegaron al estadio de los Lausen era enorme y con una grada más grande que el campo, estaba repleta de gente.
Todos los de la raza de Mukak (los Mokakos) estaban alucinados.
Pero no era momento de emocionarse si no de ganar, entró el árbrito y todos los Lausen y empezó el partido. Entonces los robots formados por El Gran Jefe empezaron a correr hacia el balón y los Mokakos también, el balón se lo llevó los robots que jugaban como una estrella fugaz de rápido. Empezaron a pasarse la pelota y uno de ellos disparó y
-¡Sen! .-Gritó el árbitro.
Empezó otra vez en medio del campo, esta vez la cogió Faste y se la pasó a Gerbhus que le hizo una pared chutó Faste y ¡Sen! De Faste nunca nadie había metido un sen a los Lausen hasta ahora y lo hizo el que no quería jugar.
-Toma ya un sen para los mokakos.-Gritó Faste.
Nooo .- gritó El Gran Jefe.
Sí .-gritó Mukak desde el banquillo.
Se siguió el juego de mientras que los dos Hujades se pusieron en rojo. De repente Gerbhus cogió el balón y le pegó como Mukak le dijo en medio con el empeine seco y fuerte, y ¡Sen!.
Ya se abrió la barrera solo faltaba un sen más para no ser invadidos. De repente El Gran Jefe se volvió como loco, no podía ir perdiendo con unos raritos.
Se enfadó cogió el fu (que es la pelota) y empezó a empujar a la gente y al final chutó, ¡Sen! se había quitado la barrera, si lo hacía una vez más estarían acabados.
Mukak les animaba pero no se movían.
-Faste al banquillo, saldré yo por tí
-Vale papá, se fuerte y gana el partido.
Mukak no le respondió estaba concentrado en meterle una paliza a ese grandullón.
Otra vez lo hizo empezó a empujar a todos, y cuando llegó a Mukak se paró y le intento empujar más fuerte que a los demás, pero de repente pasó algo increíble, Mukak se rodeó de un aura azul muy fuerte y saltó por lo alto quitandole la pelota, El Gran Jefe se quedó patidifuso y se fue detrás de él.
Mukak saltó tan alto que parecía que estaba volando le dio un balonazo al fu y dijo:
¡Mar Fikos!.
Metió el sen y todos se quedaron en silencio. Parecía como un poder.
¡Sen! De Mukak el imperio Lausen ha caído ante el planeta Gutak.
Ese es el poder del mar solo lo tiene el gran legendario guerrero de Sengukoy.
Yo soy el legendario guerrero jajaja .- Mukak se rió.
Entonces nos dejaréis en paz ¿verdad?
Vale os dejaremos en paz, adiós o Gran Guerrero.
Adiós.
Llegaron a casa y se lo contaron todo a sus hijos y hermanos, que ellos se divirtieron mucho y casi todos los pequeños querían que les enseñaran El Mar Fikos. Pero solo se lo enseño a Faste y a Gerbhus, que eran los hijos que más orgullosos estaban de su padre.

Este juego, el Sengukoy, aún se juega en los confines más remotos del universo, y alguna vez vendrán aquí a desafiarnos, los Lausen, pero solo los guerreros más poderosos de La Tierra podrán luchar y conseguir la victoria, para no ser invadidos.


El Peque José

viernes, 2 de agosto de 2013

La Amistad por encima de todo



Érase que se era en un pequeño pueblo adentrado en la montaña de un país cualquiera, allí vivía Daniel, 10 años, ojos claros y una media melena rubia lacia como el mar en calma y brillante como el sol del sur. Cursaba 5º de Eduación Primaria, y reinaba en su colegio por encima de los demás amigos, siendo seguido por todos en cada juego que se inventaba.
La novedad al regreso de las vacaciones de Navidad había sido Mukak, piel morena, ojos negros y unas rastas sobre el pelo, eso provocó el rechazo en Daniel y sus amigos. Era apartado de cualquier juego y aislado recreo tras recreo.

Aquel día de fiesta comenzó para Daniel como otro cualquiera, se levantó, desayunó y frente a la televisión unos dibujos lo hipnotizaron hasta el punto de no escuchar el alboroto que existía a su alrededor.

Daniel ¿qué haces que aún no estas preparado?

Dijo su hermana arreglada como para ir de fiesta.

¿A dónde vamos?
¿Es que no has escuchado a papá? Vamos a la ciudad de compras y al cine.

Daniel dió un salto del sofá y antes de que su madre estuviera preparada, él ya esperaba junto a la puerta de salida. Le encantaba ir a la ciudad, aquella inmensidad de edificios, uno sobre otros, los monumentos, a veces disfrutaba tan solo con su mirada, y por encima de todo, el centro comercial, donde jugaba en la sala de juegos con su padre justo antes de entrar en el cine.
Ya en el centro comercial y tras una hamburguesa con su correspondiente bebida, que había engullido como si fuera la única que se hubiera comido en su vida, espera ansioso la hora del cine, mientras su hermana mayor y su madre recorrían tienda por tienda. En la tienda de deportes pateó balones, simuló jugar al tenis con una raqueta y, ya junto a la puerta de salida, se probó varias gorras de marcas que día tras día veía en las cabezas de deportistas de fama.
En una de ellas se había alojado un pequeño piojo desprendido de algún hogar lejano (la cabeza de cualquier otro niño). El pequeño piojo se aferró a la melena rubia y reluciente de Daniel, dispuesto a crear su propio hogar.
La tarde transcurrió feliz junto a su familia sin ni siquiera notar la presencia de aquel pequeño huésped.

A la mañana siguiente, Daniel se preparó como tantos otros días para ir a la escuela, sin darse cuenta se rascaba la cabeza cada vez con más intensidad.

-¿Que te pasa Daniel? ¿Por qué te rascas la cabeza?
-¿Yo? No me había dado ni cuenta hermana.
-¿A ver si vas a tener piojos...?
-No digas tonterías.
Ya en clase las explicaciones de la señorita comenzaban a ser aburridas, con lo que Daniel empezó sin darse cuenta a rascarse la cabeza con más intensidad. Una de las veces en las que Luisa (la señorita) miró hacia atrás cuando escribía en la pizarra, vió como se rascaba y se dirigió hacia él.

-¿Qué te pasa Daniel?
-¿A mí? Nada.
Ya la señorita había puesto sus manos sobre la cabeza de Daniel, rebuscándo entre sus cabellos.

-¿Que haces seño?
-Espera Daniel que ya acabo, ¡Tienes pioj...!
El pequeño piojo se escondió entre las raíces de sus cabellos, mientras Luisa intentaba cogerlo.
Las palabras de la señorita corrieron por la clase como si de la peste se tratara, los niños se miraban unos a otros sorprendidos y se decían susurrando:

-Daniel tiene piojos.

A partir de aquel momento todo cambió en la vida de Daniel, la señorita lo mandó a su casa con una nota en la que le contaba a su madre el nuevo hallazgo, mientras que sus amigos lo miraban con ojos como si él hubiera hecho algo malo.
Su madre fue corriendo y compró un tratamiento en la farmacia, le dijieron “es lo más eficaz que existe, para acabar con los piojos”.

Al día siguiente fue a clase, pero ya nada era igual, sus amigos le daban de lado, lo trataban como un apestado:

-Daniel es un piojoso.
Le cantaban mientras se alejaban de él. En el recreo se encontraba solo y aislado, todos le miraban y hablaban de él.

Mukak se acercó a Daniel y le dijo:

-¿Jugamos juntos?
-¿A tí no te importa que tenga piojos?
-No, claro que no; donde yo vivía antes, también tuve una vez piojos, pero mi mamá me los quitó con un tratamiento.
-¿Sí? Mi mamá también me ha puesto uno.
-El mío se llamaba Paranix.
-¡Ese es el que me ha puesto mi madre!
-Pues entonces se te quitarán.
-¿De verdad que quieres jugar conmigo a pesar de lo mal que me he portado contigo?.
-Claro que sí, aún no me conocías, ¿entonces, jugamos?
-Sí, claro.

Los dos niños jugaron a diferentes juegos inventados por Mukak, reían y reían los dos nuevos amigos, mientra el resto de niños los veían disfrutar de sus juegos. Poco a poco todo el colegio se acercó y pidió jugar junto a ellos, no siendo rechazado ninguno de ellos por Daniel y Mukak. Entre risas y juegos todos se olvidaron que Daniel y Mukak en algún momento habían sido diferentes.
Se cuenta que Daniel y Mukak fueron siempre amigos, en los tiempos buenos y en los malos.

Y los piojos nunca más rondaron sus cabezas.

El Peque Jose y Jose Manuel.

Mukak y los Guerreros Lausen

Capítulo 1...

La carta

Mukak volvió a casa después de su anterior viaje.
Ya en casa sus hijos parecían preocupados de algo, él le preguntó a un niño de los más mayores:
¿Qué os pasa pequeños míos?
Es que a llegado una carta para ti, y Faste (el hermano más mayor) la ha leído en voz alta. Ve hacía “El árbol viejo” allí se encuentra él.
Gracias hijo mío.
Al llegar, solo se preguntaba si sería mala o malísima la noticia que preocupaba a tanta gente.
Me ha dicho un hermano tuyo que ha llegado una carta para mí, y que tu ya la has leído. ¿Qué es lo que pone, Faste?
Dice así: “Hola Mukak, soy el gran jefe del imperio Lausen, como ya sabrás cada 100 años se celebra “El Partido”. Elegimos a un mundo para jugar contra mis mejores guerreros, si ganáis os dejaremos en paz para siempre, pero si perdéis invadiremos vuestro planeta y seréis mis esclavos. Este año os a tocado, y si os rendís os invadiremos, así que iros preparando, iremos para allá el próximo solsticio.
Firmado: El Gran Jefe Lausen.
Estaba conmocionado por la carta, pero tenía que ser fuerte, sus hijos lo apreciaban.
Esta tarde empezaremos a entrenar.
¿Qué? ¿En serio vas a jugar?
Pues claro que te creías, no nos queda otra opción, si nos rendimos nos invadirían igualmente, pero si aceptamos podemos ganar.
Nos machacarán.
Ten fe hijo, es mejor ser invadido con honor, que ser invadido sin él.
Vale pero a mi no me metas en el equipo.
Tú no solo estarás en el equipo si no que además serás el capitán.
¿Qué, pero si te he dicho que no quiero jugar?
Eres el hermano mayor tienes que dar ejemplo.
Vale, ¿Y tú qué, no juegas?
No, yo seré el entrenador, ya estoy muy viejo.

Ya en los entrenamientos con el equipo hecho...

-Vamos más rápido Faste tienes que pasársela a Gerbhus.
Vamos pégale en medio del balón con el empeine fuerte y seco.
Mi abuela corre más que vosotros.
Su táctica parecía que funcionaba los chicos empezaron a conectar sus pases y metieron un gol fantástico.
Parecía que tenían posibilidades.
O perdón, aún no os he dicho en que consiste “El Partido”, es un juego en el qué se juega con un balón redondo, solo se puede tocar con los pies, no hay porteros, la portería se llama Hujade, y es un dibujo que representa al planeta que acepta el reto, (el dibujo de la portería del equipo de Mukak es como el rostro de Mukak), la portería o Hujade la cubre una barrera azul, si haces Sen (gol en el fútbol) se pone roja, y si haces otro Sen desparecerá la barrera y tendrás la posibilidad de marcar, eso es el El Partido. Nadie ha ganado a los Lausen, desde hace siglos.
Mukak tenía la corazonada de que ellos lo conseguirían.

Llegó el solsticio, estaban preparados ¿podrían ganar?

El Peque Jose.