Siempre fuiste la pequeña
pero nunca te faltó
ese alma tan risueña
y para la lucha el valor.
Te portaste como un ángel
que a los demás ayudó,
a tus padres le ayudaste,
a tus tíos le diste amor
y le diste compañía
hasta el día en que murió.
Todo lo que te pedían
sin tener ninguna queja
tu siempre se lo traías.
Tu marido estaba contento
con lo feliz que lo hacías,
estando en cada momento
haciéndole compañía.
Pero tuvo mala suerte
de coger esa enfermedad,
con la que luchó muy fuerte
desde hace tiempo atrás.
Y ya se lo llevó Dios
y te quedaste muy sola,
pero tenías a tu hijo
que fue el milagro mejor
que a ti te mandó el Señor.
Es lo mejor de la vida,
los hijos que manda Dios.
Y ahora hermana mía,
te has ido sin hacer ruido,
ni una queja, ni un gemido,
como fue toda tu vida.
Nos has dejado un gran dolor,
pero nos consuela el pensar
que te has ido a descansar
y nos dejas todo tu AMOR.
La Yaya
Me ha encantado,
ResponderEliminarun beso
Jose Manuel