La noche de repente palpitaba
no deslumbró el alba la arbolada,
la sombra envolvió la madrugada.
Un manantial; angustia desbocada.
Las aguas inundaron la maleza,
torbellinos de besos y promesas
que el aire enarbolaba, eran presas,
agitando esplendida belleza.
Huracanes encontrados, ya perdidos.
Noches de locuras y grandezas
acaricia el presente ennegrecido.
Música sin ser, sólo quejido,
una triste canción y la certeza,
sorprendente hechizo del olvido.
Loli
domingo, 30 de agosto de 2009
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Es triste reconocer el desamor,
ResponderEliminarquizás siempre pongamos alguna escusa,
porque aceptar que todo,todo,se perdió,
nos colma de tristeza y amargura...
jamas perderemos la esperanza,
¡el hechizo está en encontrar una salida!