¡Por fin te comprendo!, tantos años odiándote y por fin se que sentías.
Recuerdo el día que te encontramos en el parque, herida y tiritando de frío mojada, tras aquella lluvia caída durante toda la mañana.
Te curé y alimenté durante días en el palomar que mi padre me fabricó en la azotea, todo era para ti.
Las primeras noches te velé y a cada movimiento saltaba a tu lado para darte el calor que necesitabas y te susurraba palabras para que te sintieras bien.
Solo tenía diez años y tú eras todo lo que yo deseaba, recé por ti como la abuela me enseñó hasta que tu patita estuvo completamente curada.
Luego disfrutaba solo con verte pasearte por tu palomar y escuchar tus arrullos.
Pero aquel fatídico día llegó, te saque de aquellos barrotes para que juntos estuviéramos en la azotea y pudieras volar alrededor mía. ¡No volviste!, alzaste el vuelo y desapareciste, te esperé, no podía comprender que fueras tan desagradecida, yo que te había cuidado y salvado la vida me quedé esperándote.
No sabes cuanto te odié, ese odio me acompañó durante años y nunca le dí a nadie tanto amor como el que te dí a ti aquellos días.
Pero hoy te comprendo, comprendo que tu lo que necesitabas no eran solo cuidados y amor, que existe algo mas importante y era tu libertad, y esa yo te la había robado.
Hoy detrás de estos barrotes en los que me encuentro, se que si la puerta se abriera solo unos instantes, haría como tú, huiría, aunque en la carrera perdiera la vida, porque al menos moriría en libertad.
liberto (Jose Manuel)
miércoles, 17 de febrero de 2010
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