Había una casa de campo en donde vivía un matrimonio con una hija de cuatro años. Tenían un gatito blanco con lunares negros, éste siempre estaba jugando con la niña , pero ella le maltrataba; le pisaba, le tiraba del rabo y de los bigotes, le hacía cosquillas...
A el gato le gustaba jugar con la niña pero no le gustaba lo que la niña le hacía, a veces le daban ganas de sacarle las uñas y arañarla pero le daba pena porque era muy pequeña y la quería mucho
Una mañana, estaba tan desesperado que no pudo aguantar más y se marchó de casa.
Empezó a caminar sin rumbo, sin saber donde ir, llevaba todo el día sin comer y se acercó a un vertedero donde había basura. Buscó en ella haber si encontraba algún mendrugo de pan, pero no pudo, porque llegó un perro callejero y le dijo:
-No intente coger nada, porque este sitio es mio.
-Es que no he comido nada en todo el día- respondió el gato.
-Es que no he comido nada en todo el día- respondió el gato.
- Si no has comido nada, puedes venirte conmigo- le dijo el perro y empezaron a caminar.
A otro día, se encontraron una paloma que estaba muy triste y le preguntaron:
-¿Que te pasa que estás tan triste?-
-.Es que me tenían encerrada y yo me he escapado, porque quiero ser libre.
El gato que estaba arrepentido de haberse marchado de casa les dijo:
-¿Sabéis lo que estoy pensando?, que quiero volver a mi casa y me gustaría que vosotros vinieseis conmigo, mi amo es un buen hombre y os acogería también a vosotros. Y se fueron los tres muy contentos porque se habían hecho muy amigos.
Cuando llegaron a casa, la niña estaba llorando, y cuando vio a los tres se puso muy contenta porque ya tenia con quien jugar. Y así fue como todos vivieron muy felices.
Los fugitivos. (Tita María)
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