Sobre la tierra árida y reseca
deja que caiga el agua lentamente,
que empape las colinas y los montes
y que nazca de nuevo hierba fresca.
Cuando la naturaleza nos espanta
y el agua mansa se convierte en río,
ya la lluvia no refresca el estío,
y la angustia y el miedo nos aplasta.
Ante los acontecimientos inesperados
hay que afrontar la vida con más brío
para quitar el lodo a los sembrados.
Aunque la tierra y el alma estén heridas
hay que fortalecer de nuevo la esperanza,
y comenzar a vivir una nueva vida.
Loli
jueves, 19 de agosto de 2010
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Este agua caída en agosto
ResponderEliminarno era hoy muy deseada
mas bien nos ha hecho daño
e ilusiones destrozadas.
Gracias por estar tan cerca
con el don de tu palabra,
siempre son bien recibidas
y nos reconforta el alma.
BESOS.