Lentamente la tarde languidece
de un domingo plácido y soleado,
una nube perezosa allá aparece,
en medio de un cielo azulado.
Asomada al alféizar de la ventana,
deja pasar las horas lentamente,
inspira el aire en una bocanada,
siente la brisa acariciar su frente.
Allí, en lo más recóndito del alma,
un suspiro se oye levemente,
la ráfaga de oxigeno lo calma
en un relax que une cuerpo y mente.
Loli
domingo, 8 de agosto de 2010
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A veces en ese relax
ResponderEliminarencontramos la paz y la calma,
otras nos hace suspirar
y la angustia nos llena el alma.
Necesitamos el ruido,
el calor que nos dan los demás,
nos sentimos así aburridos
al no tener con quien hablar.
Desde aquí siente nuestro calor.
Muchos besoos
Aqui el relax no existe,
ResponderEliminarni esa calma tampoco
pues con estos satélites
estamos todos como locos.
También llegaron ayer
todos a hechar un rato,
todos hablando a la vez,
pero me encanta escucharlos.
Un beso.