Algo me despertó, quizás fue ese frío que me inunda todos los amaneceres desde el día que mi techo no resistió el peso de una nieve acumulada, en aquellos inviernos fríos que me habían tocado pasar sola, esperando.
Pudo ser también el silbar del viento del norte por las rendijas de mi puerta, ese viento que había vencido los cristales de mis ventanas; sobre los que él dibujaba garabatos con la yema de sus dedos, tras haber humedecido con su aliento.
Solo me mantenía en pie la añoranza, aquella que me hacia soñar cada día con su vuelta, aquella con la que aún recordaba sus gritos al nacer una cálida tarde de verano, su subir y bajar a la buhardilla, sus juegos frente a mi chimenea,…; y como no, aquel fatídico día que bamboleándose en aquel carro tirado por su trabajador burrito, junto a sus inseparables padres, miró hacía atrás cuando se alejaba por el camino y con lagrimas en los ojos gritó:
Volveré algún día para quedarme.
Un carro grande sin ninguna tracción animal se acercaba aquella mañana, se paró frente a mi desgarrada puerta y tras abrirse la parte trasera lentamente, apareció un chico pequeño y enjuto, parecía él, pero no. Tras el chico salió un anciano alto, corpulento y con el pelo canoso, aunque los años habían cambiado su aspecto, no cabía duda, ¡él había vuelto para quedarse!
Algo me despertó, quizás fueron los gritos de mi nieto avisándome de nuestra llegada, ó quizás el chirrido de unos frenos que anunciaban el final de nuestro viaje.
Tras la ventana, la vi, los años también habían pasado para ella, sus techos vencidos, sus ventanas sin cristales, daban paso a unos rayos de sol que empezaba a atravesar las últimas nubes del invierno.
¡Había vuelto para quedarme!
Jose Manuel
domingo, 6 de diciembre de 2009
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Bonita historia primo, ¿cantos años habían pasado?.
ResponderEliminarUn abrazo.
Recuerdos de un niño jugando
ResponderEliminarquedaban en aquel hogar,
inviernos que fueron pasando
hasta destruir el tejar.
Poned la edad que mas guste
eso importancia no tendrá,
si la tiene, el que vuelve
y que en pie aún está.
Cuantos volvieron con esperanza
y ruinas tan solo han encontrado,
partieron a buscando un trabajo
y sufrieron tiempos de añoranza.
Un beso
Jose Manuel
Esas casas de tu cuento
ResponderEliminarsiguen en pie por la añoranza
son`pacientes en su tiempo,
más después se recompensan
con la vuelta y el encuentro.
¡Preciosa como siempre!
Nosotros todos los años
ResponderEliminarhemos vuelto a aquel lugar,
pero hay muchas personas
que no pudieron regresar.
Y quizás esa añoranza
no pudieron satisfacer,
no volvieron a esa casa
que les había visto crecer.
Recuerdo hoy a la abuela
sus ganas de regresar,
subir por las cuesta aquellas
y allí se quiso quedar.
Añoranzas y sueños..
ResponderEliminar¿Que sería nuestra vida sin ellos?
¡Es un buén sustento para la ilusión!
Bonitos esos pensamientos onirico.