No me hables de música,
no me tientes.
Sabes de mis debilidades
y añoranzas,
que escucho al violín
en el silencio
y me despierto al alba
con el arpa.
Cuando camino
me siguen los acordes
de esa guitarra triste
y acongojada.
Y a lo lejos
el cante entrelazado
que sale de su túrgida
garganta.
No me hables de música
que vuelo,
y busco cada rincón
donde sonaba.
Cada enclave
donde escuché su eco,
cada quejío...
entre la luz y el alba.
¡y al fondo,
divisaré entre brumas
las luces de su querida Alhambra!
Añoranza
sábado, 29 de septiembre de 2012
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