Al abuelo

Voy a decir para ustedes
con cariño y humildad,
muchas cosas que suceden
basadas en la realidad.

Recuerdo cuando pequeño,
igual que todos ustedes,
yo era alegre y risueño,
sin tener tantos placeres.

Entonces era sagrado
respetar a los mayores,
que con cariño y agrado
cumplíamos los menores.

Fuimos muy poco al colegio,
hay que decir la verdad,
pero aprendimos consejos
para saber respetar.

Ahora estudian muchos años,
tienen saber y cultura,
pero se portan extraños,
les faltan asignaturas.

Y debían de saber,
sépanlo los profesores,
que hay que adorar y querer
a las personas mayores.

Los hijos deben ser hijos,
por muchos años que tengan,
darles a sus padres cobijo
y palabras halagüeñas.

No hay cosas para los padres
que cause mayor placer,
que sean sus hijos amables
por muy crecidos que estén.

Se encuentran entusiasmados
llenos de felicidad,
pero si son despreciados
lloran en su soledad.

Se encuentran acobardados,
constantemente sufriendo,
pidiendo que sean llevados
pronto por el Padre eterno.

Y es triste y doloroso
y más que nada inhumano
no encontrar paz y reposo
cuando llegamos a ancianos.

Los nietos a los abuelos
les quieren cuando son niños,
pero al llegar a mozuelos
les van perdiendo el cariño.

Si el abuelo le reprende,
le contestan enfadados:
"tú, de la vida no entiendes,
te estás poniendo anticuado".

Cabizbajo y dolorido,
se queda solo el abuelo
en un rincón abatido,
sin tener ningún consuelo.

A muchos seres les pasa
todo lo que estoy diciendo,
se encuentran extraños en sus casas,
se pasan el día sufriendo.

Y me despido de ustedes
diciéndoles hasta la vista,
y que Dios dé sus mercedes
a todos los pensionistas.
Antonio Barranquero