entraba por mi ventana.
Su música me envolvía
con sus notas delicadas,
y a mis oídos venía,
entre aromas de almohada.
Abrí los ojos despacio,
con pereza, entre las sábanas,
un quejido, un lamento,
una guitarra lloraba.
Me estremeció sus acordes,
despertándome en el alba,
y me enredaron sus sones
acariciándome el alma.
Entrando por mis sentidos
yo me quedé enamorada,
de la fuerza de su ritmo
de aquella música amada.
La música es poderosa,
ella une a las naciones,
bajo su embrujo y templanza,
no hay fronteras ni colores,
ni idiomas, ni hay razas.
Su grandeza nos abraza,
aquí, en Pequín o Atenas,
bailamos la misma danza
al ritmo de un vals que suena.
Loli Beltrán
No hay comentarios:
Publicar un comentario