Hola, soy Juan y “yo soy especial”, eso al menos dice mi
madre.
Mi vida transcurre entre mi mundo interno que fluye, cuando
me dejan un respiro, y la monotonía programada por mis mayores hacia un futuro
de éxitos seguros, porque como dice mi madre “yo soy especial”.
Vivo en un pueblecito aledaño a la capital, pero mama no
quiere que diga que vivimos en un pueblecito, ella dice que nosotros somos de
una urbanización del extrarradio, que así no mentimos y queda más importante,
ella dice que todo se debe cuidar para mi futuro, la verdad yo no veo la
diferencia.
Me levanto temprano, y lo primero que oigo al despertar en
mi pequeña cabecitas son los imperativos de mi madre: levántate, lávate la
cara, vístete, péinate, ¿preparaste ayer la maleta?, desayuna, venga termina
que llegamos tarde; cada mañana recibo las mismas ordenes que cumplo siempre,
pero por supuesto no al ritmo que quiere mi madre, supongo que porque “yo soy
especial”.
Ya ha transcurrido diez años, un mes y catorce días desde que
llegara al mundo el ser mas maravilloso que ha pisado este planeta, ósea yo,
siempre según mi madre claro, y al mismo tiempo la criatura que hizo esclava a
mi pobre madre para toda la vida, controversia que responde a según haya
cumplido las ordenes que procedan en cada momento.
Curso quinto de enseñanza básica, pero aunque estoy en un
colegio concertado el nivel es mucha mas bajo que el que a mi me corresponde,
según mi madre, claro supongo que porque “yo soy especial”, la verdad es que a
mi me cuesta muchísimo sacar notas medianamente decente; pero eso dice mi madre
que es porque los profesores me tienen manía, claro como “yo soy especial”. Mis
padres si estudiaban mas que nosotros cuando iban al colegio: los ríos de
España, los Reyes Visigodos, la tabla periódica…, y no ahora que no nos enseñan
nada de provecho.
A mediodía cuando las clases han acabado y muchos de mis
compañeros ya vuelven a casa, los demás nos dirigimos al comedor, donde Luisa
nos planta delante una bandeja con algo parecido a comida y nos dice: Que no
quede ni una migaja, o me chivo a vuestros padres; y sale fuera a fumar,
mientras chatea con su novio, que para esa hora ya lleva media hora sin ver.
Por supuesto todos nos acabamos la bandeja sin dilación,
¿que si nos la comemos? No, tan solo alguna cosa para aguantar a la merienda de
mama, el resto acaba bajando por el retrete y viajando por la tubería hacia un
lugar desconocido (aunque Julio, mi amigo, dice que seguramente vaya directamente
otra vez a la cocina , porque todos los días la comida se parece a la del día
anterior). A veces pienso que esto a la larga podría afectar a mi formación,
mama dice que la comida de la escuela lleva todos los nutrientes que nuestro
cuerpo necesita para hacernos hombres de provecho, pero yo no paso por ahí,
correré ese riesgo.
¡Cuanto echo de menos aquellas comidas tan ricas que antes me hacía la abuela Virtudes! todo hasta que un día se fuera a visitar al abuelo José a ese sitio que llaman
cielo (por cierto, se debe estar muy a gusto allí porque con lo que nos quería
y no se ha acordado todavía de llamar, bueno mama dice que desde allí no se
puede, pero yo se que al ritmo que van las comunicaciones cualquier día
recibimos una llamada de ella) . Ella me
recogía del cole y después de comer siempre jugábamos a lo que yo quería hasta
que mama venía del trabajo. Recuerdo cada momento vivido con ella, ¡allí si que me sentía especial!,
allí era dueño de mi propia vida y tenía a mi lado a alguien que hacía que me sintiera
único, ¡allí fui feliz!
Pero vuelvo a mi preparación para el futuro, esa que toda
persona como yo debe vivir, recordad que “yo soy especial”, después de nuestra
copiosa comida pasámos a las actividades extraescolares, tan necesarias para
marcar la diferencia con mis compañeros que se van a mediodía, la verdad yo
las veo absurdas e innecesarias para mi futuro prometedor.
Las cinco es la hora esperada, esa en la que disimulo la verdadera
alegría que me produce mi madre, ya que solo se debe a esa ansiada merienda
que devoro con ferocidad, tan solo por eso aguanto la humillación que recibo
cada tarde cuando mi madre me recibe en la puerta del cole con un apretujón y
un beso delante de todos mis compañeros, y como de reojo veo las carcajadas de
Alonsito y Felipe que ya son lo suficientemente mayores como para ir solos a
casa, claro como yo vivo en una urbanización en el extraradio.
A esa hora mi formación aún esta a medias, ya que falta la
guinda, esa formación deportiva que me llevará al éxito total, por lo que
directamente vamos al polideportivo donde tendré otras dos horas de
entrenamiento, practicando un futbol que me llevará a las cotas mas altas del
éxito, ya que yo juego mucho mejor que el resto de mis compañeros, eso dice mi
madre, yo la verdad creo que Miguelito, Carlos y Alfonsito son mucho mejores
que yo, pero eso no se lo puedo decir a mama, porque una vez se lo insinué y me
dijo que yo era aún pequeño y no entendía de eso, será porque como “yo soy
especial”.
La tarde se adentra por los callejones de un claroscuro
provocado por un invierno cercano, cuando el coche de mama entra en nuestra
urbanización del extrarradio y como dice un conocido anuncio por fin llego “a
la republica independiente de mi casa”, todo parece estar llegando a su fin en
este duro día pero al abrir la puerta comienza la ultima etapa de este día: dúchate,
recoge el cuarto de baño, haz los deberes y repasa, venga lávate las manos que
vamos a cenar, ya es tarde lávate los diente y a la cama que hoy papa también
llegará tarde, ya le contaras lo quieras mañana que es sábado después del partido;
después por supuesto porque antes
imposible: Levántate y toma los
cereales, vamos ponte esa ropa, prepara tu maleta de deporte, que no se te
olviden las botas. Ya me hayo sentado en la parte trasera del coche de papa
rumbo al pueblo de turno para realizar mi partidito, donde supuestamente
disfruto de un juego tan teledirigido desde la banda como desde las gradas por
mayores frustrados por un deporte que aliena a toda persona que se acerque a
verlo.
Ese día soy juzgado por todos, conocidos y desconocidos,
pero en realidad a mi solo me interesa la opinión de uno, de mi padre. Si solo
de mi padre, porque la de mi madre la ya se, “yo soy especial”, pero con mi
padre es diferente, él si sabe de esto, él mientras que madre relata por ver
una película, él ve mas y mas futbol, y él entiende incluso mas que mi
entrenador. El me dice lo que hago mal y lo que hago bien, él es por quien yo
practico este deporte y por el que lucho y me esfuerzo por intentar ser mejor
que Miguelito. En los minutos de gloria que el entrenador se digna en ponerme,
me mira a mi, aunque el quiera ver a Messi o a Ronaldo al que esta viendo
durante esos minutos es a mi y solo a mi, aunque el a veces mira mas a
Alfonsito, por que dice que le echa mas ganas que yo, bueno pero Alfonsito no es
como yo porque “yo soy especial” o al menos eso dice mi madre.
Ya de vuelta a casa me es imposible contarle a mi padre todo
lo que quería contarle, ya que tengo que escuchar consejo tras consejo todo lo
que tengo que mejorar para ser un gran jugador.
Para cuando llegamos a casa papa ya va tarde para comer e ir
al bar a ver el fútbol, que no esta la cosa para tener canales privados y en
el bar se ve gratis, bueno aunque a veces viene relatando que se gasta mas que
si lo tuviese en casa, si es gratis la verdad es que no lo entiendo. Mientras,
mama se lleva toda la tarde limpiando y relatando sobre lo sufrida que son las
mujeres y sobre la poca ayuda que tienen. Yo paso la tarde en mi cuarto jugando
a la videoconsola que según dice mama: me va ha volver tonto tanta maquinita,
yo no lo creo porque “yo soy especial” o al menos eso dice mi madre.
Bueno ya me despido que tengo que dormir, mañana tenemos que
ir con mis tíos a la sierra, y como no voy a tener tiempo de hablar con mi
padre, porque para cuando lleguemos será tarde y estaré cansado, os pido
que si veis a mi padre le contéis como me ha ido la semana. Ah, se me olvidaba lo más
importante, el lunes se me cayó un diente y el Ratoncito Pérez me trajo un
regalito; unas nuevas espinilleras que he estrenado hoy, concretamente las que
le quise enseñar esta mañana mientras me decías:
Luego que ya vas tarde y el entrenador se va ha enfadar.
Y por supuesto decirles que les quiero mucho y que seré en la
vida todo lo que ellos quieran que sea, pero que recuerden que ahora tan solo
soy un niño, si ya se especial, pero un niño.
José Manuel
Me gusta mucho papi y te quiero, que bien escribes.
ResponderEliminarUn abrazo
Muy bueno primo, has descrito con exactitud la vida de hoy de nuestros hijos, los cargamos con demasiadas cosas y olvidamos lo principal que son niños y que necesitan de sus padres, que les escuchen y que estén por ellos, jueguen con ellos y les dediquen un poco de su tiempo. Un abrazo y sigue escribiendo, ya sabes cuanto me gusta leerte.
ResponderEliminarVeo que inspiran las conversaciones veraniegas.
ResponderEliminarGenial y viva descripción.
El tiempo, el tiempo no retrocede y lo que un crío comparte, o no, con sus padres no vuelve atrás; se diluye o se saborea, aún más si cabe luego en el recuerdo.
Excelentes apuntes del vértigo de las expectativas para un niño de hoy.
Genial..
Primo está muy bien. nos ha gustado mucho.
ResponderEliminarbeso y abrazos
Montse Y Fran