Érase una
vez en los Pepones de la Axarquía, en una casa habitaba una familia en el
verano. Un día un hombre llamado José
Manuel (mi padre), dos mujeres Ani (la mujer de mi padrino), Mónica (mi prima)
y dos niños Ana Isabel (mi hermana) y José Manuel (yo). Subimos al Cerro
Patarra, nos levantamos a las 7:00 de la mañana.
En el
sendero en cuesta lleno de piedras, vimos al sol saliendo de su escondrijo. Al
llegar a un monte paramos a descansar y a comer un plátano, nos sentamos en
unas raíces salidas de la tierra hasta la superficie, vimos en el horizonte del
día nuevo el sol saliendo poco a poco, minuto a minuto.
Nos pusimos
en marcha, nos quedaba todavía unos pocos montes, al llegar a la última curva
vimos una casa nos fijamos en la matrícula del coche, era extranjero, dimos
media vuelta y seguimos, había una señal que parecía un cuervo de madera,
subimos por un camino estrechito tanto que parecía que nos íbamos a caer, al
llegar a las viñas había un sendero por medio, pero lo raro fue que estaban todas las tierras llenas de latas de atún
abiertas y vacías, ¿la habían puesto las personas para los gatos? la verdad es
que no lo sé. Al llegar a lo más alto miramos por todos los lados y había:
viñas y, ¿qué era eso? parecía una especie de tumba pero no, por que ponía algo
del Ayuntamiento de Málaga, era una cruz de piedrecitas.
Ani sacó su
cámara de video, y empezó a grabar el horizonte y a mi padre que estaba
haciendo el tío de la vara, la verdad es que hacía gracia decía “El tío la vara, el tío la vara” en el horizonte se veían
muchos pueblos como: Benamocarra, Iznate, Almachar… .
También
vimos nuestra casa así que saludamos.
Nos quedamos
un buen rato y más antes de reemprender el camino de vuelta cogimos unas uvas
de las viñas, y nos volvimos andando de
vuelta, nos fuimos por otro camino que se me pareció más corto. En un sendero
que había por medio de las hierbas que pinchan, vimos un trozo de telaraña, mi
padre lo intentó cortar pero no pudo, al final lo corto con esfuerzo, y
entonces dijo “Tiene que ser una araña
muy grande” seguimos y llegamos a
una casa que tenía un columpio casi roto y una silla con piel de vaca, si no
recuerdo mal, al llegar a una curva mi hermana y yo íbamos muy adelantados, ya
con las piernas cansadas, pues yo vi a una culebra, mi hermana dijo que también
la había visto, era corta y muy rápida, ¡vaya si era rápida!.
Estábamos en
la última cuesta al subirla vimos nuestra apreciada casa, le dijimos a los demás que si nos habían visto
saludar y dijeron que sí, que ellos también saludaron, la verdad yo no los vi,
además de eso le dijimos lo bonito que fue el viaje, y le enseñamos el video,
cuando llegó la parte donde mi padre hacía “El Tío la Vara" todos se rieron un
montón.
Este viaje
nunca se me olvidará.
El Peque
José.
FIN
Muy bonito Jose, estás hecho un buen narrador y con mucha memoria pues relatas a las mil maravillas todo lo que vivisteis ese día. Sigue escribiendo que lo haces muy bien.
ResponderEliminarHola Jose, me ha encantado tu excursión al cerro patarra, lo has descrito de maravilla y me he reído imaginando a tu padre haciendo "el tío la vara", no se de que va pero me imagino que sería gracioso. ¿Qué tal lo estáis pasando? Os echo de menos. Sigue escribiendo que lo haces muy bien. Muchos besos a todos.
ResponderEliminarYo tampoco olvidare nunca lo orgulloso que me he sentido de escucharte recitar esta bonita historia real bajo nuestra enramada, que gracias a tu forma de redactarla me has hecho revivir ese viaje tan y tan enriquecedor.
ResponderEliminarGracia por ser como eres, crece, pero no cambies nunca.
Tu padre