Aquella vieja casa en la colina,
donde los sueños un día anidaron,
permanece de pie, blanca y sencilla
al aire de los vientos del verano.
Aquella casa huele a viña y uvas.
a pasas desgranadas con las manos,
a perfume de olivos, de aceitunas,
al olor de aquel pan recién horneado.
A chimenea de leños encendidos,
al calor del hogar, siempre cercano,
a aquellos cuentos contados con cariño
alrededor del fuego, acurrucados..
Por su ventana se ve el sol naciente,
la belleza del amanecer temprano
y se escucha el sonido permanente,
al despertar, del canto de los gallos.
Con el crepúsculo, en la tarde, palidece
cuando el sol se oculta, ya lejano,
con el canto del grillo se adormece
cuando la noche la envuelve con su manto.
Aquella casa aún allí permanece
aguantando el crudo invierno frío,
el viento de levante y de poniente,
esperando ella fiel al nuevo estío.
Sus paredes encaladas la embellece,
su rústica figura le da encanto,
sigue siendo el refugio de su gente
y en verano les acoge en su regazo.
Loli
martes, 24 de julio de 2012
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Esa casa en la colina
ResponderEliminarllena de amores y encuentros,
recuerdos de días de lunas
evocando sentimientos,
Amaneceres en calma
solo el trinar de las aves,
sintiendo elevarse el alma
como caricia suave.
De pronto estás en otro tiempo
otro días, otras noches
y saltas por esos campos
con energía y derroche.
Luego viene el despertar
que ya no es tan lisonjero
duele todo a reventar
y de saltar ni un plumero.
Dolores, no tiene desperdicio tus poemas,como se nota que te a inspirado en tu colina que yo lo siento y percibo como si estuviera allí. emocionante.
ResponderEliminarSiento el aire y la concordia del paisaje y también de sus habitantes.
ResponderEliminarLo viví y lo vuelvo a sentir.
Gracias..
*Masmoc Utopía