Adios a tu persona

Salgo a la noche fresca de un verano ya otoñal y penetra su brisa en mí, despejando unos sentido adormecidos por el dolor. Dolor por la pérdida de tu persona.
Si algún día tuviera que emigrar, quisiera volver a mi tierra como hiciste tú. Siempre irán conmigo tus palabras, palabras que me enseñan lo bello que es volver a nuestras raíces para descansar de un mundo que nos maneja a su antojo.
Tú conseguiste ser piedra en el río; siempre estarás entre nosotros con tu alegría de vivir, tus tertulias, tu saber, y tu palabra recitada mientras todos te escuchaban. Esas palabras que escuché siendo niño y año tras año buscaba con ansiedad en cada visita.
¡Ya te hecho de menos y apenas te has marchado!
¿Recuerdas estas palabras?

Soy un hombre pasado de los ochenta que me marché de Andalucía con dolor de corazón. Almachar, aquí están tus gentes. Y por eso al cabo del tiempo he vuelto donde nací, he dicho adiós juventud, que me fuiste dejando.
Aquí espero que el Todopoderoso, aquel que un día nos tiene que juzgar, coja en su seno cariñoso, a este que no hizo en su vida nada más que ser con todos un poco generoso.
Y recordad que es poesía: todo lo que contemplamos, todo aquello que miramos.
¡Ay! si yo pudiera ser como piedra del arroyo.

Espero que perdones mi atrevimiento, pero tus palabras resuenan en mí y se entremezclan, formando un todo de tu persona.
Vuelvo dentro, la brisa ya es helada y congela unos sentidos que evocan tiempos ya pasados y me envuelven en una añoranza entristeciendo aún más mi ser.
Hasta siempre, me despido de ti con lágrimas en el corazón.

José Manuel