A campo abierto he vivido,
he sentido su sol y su aire,
su carencia la he padecido,
pero nunca dejé de soñarle.
Voy buscando en el tiempo perdido
los recuerdos, casi imborrables,
de sus noches, en cálido abrigo,
donde hoy quisiera refugiarme.
Y su aroma del sur yo percibo,
ese olor que se funde en el aire,
aunque lejos yo esté, no me olvido
de su magia, su duende y su arte.
De la sombra del olivo verde
donde cobijaba mi cuerpo cansado,
donde refrescaba el sudor de mi frente
en las calurosas tardes del verano.
De las margaritas que hojeé despacio,
de las amapolas que crecían en el valle,
enmedio de hierbas se hicieron espacio,
hermosas y bellas luciendo su talle.
De los pajarillos, que con su concierto,
llenaban los campos de mil sinfonías,
con sus bellas alas volaban al viento
trinando alegres dulces melodías.
De aquel arroyuelo de agüita muy clara
donde yo jugaba a barquitos de cañas,
mientras que mi madre hacía la colada,
los hacía navegar con arte y con maña.
Yo, estos recuerdos los guardo en mi mente,
cuando la nostalgia anida en mi alma
los saco, los mimo, los hago presentes
y ellos me devuelven una dulce calma.
Loli
miércoles, 23 de febrero de 2011
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Muchas veces vivimos de recuerdos
ResponderEliminarque alivian y reconforta nuestra alma
y nos complace poder así tenerlos
en las noches largas, al radiar el alba.
Me ha gustado mucho
ResponderEliminaresta linda poesía,
mientras la iba leyendo
parece que te veía,
cuando estabas allí jugando
con un barquito que hacías
con las cañas del arroyo
y en el agua lo ponías
mientras yo estaba lavando
la ropa que allí tenía.
Bella exposición de tus recuerdos
ResponderEliminarañorando con agrado lo vivido,
lo veo borroso, como un sueño
y sin embargo ha existido.