Miró la rosa encarnada
que del rosal desprendía
y trémula le ofrecía
su perfume que embriagaba.
Acariciando sus pétalos
su rubor palidecía,
frágil ella se escondía
entre las hojas y tallos.
El rosal la protegía
con sus pinchos afilados
de manos de los osados
que a cogerla se atrevían.
El olor que desprendía
aquella rosa temprana,
quedó roto una mañana
sin saber que lo perdía.
¿Quién osó romper el perfume
de su cálida fragancia
que desprendía la elegancia
de la flor que más presume?
Ella, sólo acariciada
por las gotas de rocío
del amanecer, con brío,
fue rota y ultrajada.
¡Cuantas rosas deshojadas!
marchitas,por cobardía,
fueron cortadas un día
de su tallo y maltratadas.
domingo, 22 de abril de 2012
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