Por si acaso me durmiera
yo pongo el despertador
no quiero que se haga tarde...
me espera mi gran amor.
Al fin y al cabo el reloj
suena de la misma forma
lo que cambia es el destino
por eso ya no lo odias.
Y coges el ascensor
sonriente, convencido,
no tienes que ir al trabajo
tienes otro cometido.
Llego al metro, una parada
y ya estoy en mi destino
se abre la puerta y la veo
sonriente me hace un mimo.
Venga que llegamos tarde
y cantando en el camino
va mi pequeña Alejandra
y yo beso mi destino.
M. Beltrán
lunes, 10 de febrero de 2014
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Es muy bello ese destino
ResponderEliminarno me extraña que el reloj
te alegre con su sonido
y corra presto al encuentro
de quién te hace esos mimos.