Cuando mis hijos pequeños
hacían cualquier tontería,
el padre se ponía serio
y al momento les reñía.
¡Cuidado con estos niños
que se nos va sin sentir!
yo les decía con cariño:
"Tú, déjamelos a mí"
Así era el día a día
y así pasaban los años
su padre se enfurecía,
yo, lo iba apaciguando.
Si salíamos a la calle
yo les decía ¡cuidado¡
les explicaba con detalle
como ser bien educado.
Y así pasaban los días
fueron pasando los años
de vez en cuando decía:
¡que se están desmadrando!
"Hay que dar algún castigo,
o alguna bofetada,
así lo hicieron conmigo
y no me ha pasado nada."
Yo le decía:"ten paciencia
no te alteres que es peor,
que el niño con su inocencia
sólo necesita amor"
La vivencia con mis padres
me la hicieron revivir
y ese recuerdo entrañable
a ellos les transmití.
Llegó la edad del colegio
se mostraron como son,
siempre decían los maestro
que nuestro hijo, el mejor.
Y así pasaron los días
y van pasando los años,
con orgullo y alegría
lo seguíamos comprobando.
Ya no son aquellos críos
han pasado de los treinta,
jamás tuvieron un lío
y me doy por satisfecha.
Isabel
lunes, 16 de marzo de 2009
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Oh que lindo! deseo poder decir eso cuando mis hijos sean grandes!
ResponderEliminarYo tambien me llamo Isabel! Gracias me encantó!
Isabel, es gratificante poder decir cuando son mayores que son como uno les ha enseñado, felicidades por eso.
ResponderEliminarUn beso bonita
He leido un motón de veces tu poesía y cada vez me gusta mas.Un fuerte abrazo prima.
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